Aquí tienes algunas ideas ingeniosas para reutilizar la lavanda de tu jardín después de la cosecha.

La lavanda es sin duda una de las plantas más populares por su aroma realmente único. Durante los meses de verano, sobre todo entre finales de junio y finales de agosto, esta planta florece generosamente y con gran fragancia, produciendo un gran número de ramitos de flores. Pero, ¿qué hacer con estas abundantes flores?

En este artículo, veremos algunas formas ingeniosas de reutilizar las flores y ramitas de lavanda.

Hacer una fragancia casera

Cuando se menciona la palabra lavanda, lo primero que viene a la mente es su embriagador aroma. Así que vamos a utilizarla para crear una fragancia casera.

Para ello, empieza por recoger las flores y secarlas. Basta con ponerlas en un lugar bien ventilado y alejado de la luz solar directa durante unas 48 horas. Cuando las flores estén secas y quebradizas al tacto, estarán listas.

A continuación, coloca las flores de lavanda secas en un platillo o bandeja y añade ralladura de cítricos secos o pétalos de rosa para hacer un popurrí.

Puedes añadir unas gotas del aceite esencial que prefieras para potenciar el aroma. Ahora coloca tu fragancia casera en la habitación que quieras perfumar.

Haz una bolsa perfumada para cajones y armarios

También puedes crear una especie de ambientador para perfumar cajones y armarios de la casa. Para ello, seca las flores de lavanda y colócalas en una bolsa de tela que cerrarás con una cinta.

A continuación, coloca la bolsita perfumada en los cajones o armarios junto a tu ropa. Esta bolsita perfumará el ambiente a la vez que repele a las polillas, que odian el olor a lavanda.

Preparar sales de baño perfumadas

Cuando las flores de lavanda estén completamente secas, mezcla unas cuantas flores con un vaso de sal de Epsom. A continuación, añade 5 ó 6 gotas de un aceite esencial perfumado.

Ahora ya tienes una sal de baño perfumada para disolver en el agua de la bañera antes del baño. Tendrás un baño relajante y perfumado.

Propagar la planta

Si tienes una planta de lavanda densa y tupida, puedes aprovechar para propagarla por esquejes. Esto significa tomar una ramita de la planta para crear una nueva.

Para ello, corta la ramita en ángulo con unas tijeras limpias. Luego plántala en una maceta mediana llena de arena y turba. Colócalo en un lugar luminoso y, al cabo de unas semanas, tu esqueje mostrará unas cuantas raíces.