¿Por qué las vías del tren tienen piedras?

Siempre te has preguntado por qué hay tantas piedras en medio de la vía férrea. Pues bien, hay una razón para ello. Más información.

¿Por qué las vías del tren tienen piedras?

Estas piedras se llaman “balasto ferroviario”. Es una parte esencial del sistema de transporte ferroviario. Estas piedras trituradas varían en tamaño y composición según el tipo de tren y la calidad de la vía.

Antiguamente, el balasto se fabricaba con piedra caliza y granito. Con el paso de los años, estos materiales han sido sustituidos por cemento reciclado, que además es más respetuoso con el medio ambiente.

Estas piedras sirven de plataforma ferroviaria, cuya finalidad es sostener y nivelar la vía. En otras palabras, el balasto garantiza la estabilidad de las vías y, por tanto, su seguridad. También drena el agua de lluvia y los residuos, que pueden ser peligrosos si se depositan en las vías.

Hay una condición que debe cumplirse para garantizar una estabilidad perfecta. Las piedras no deben moverse y deben tener bordes afilados. Para los trenes de mercancías, las piedras deben ser más duras y resistentes.

La elección del balasto también depende del clima y las temperaturas de la región. En zonas propensas a lluvias y nevadas, se requiere un balasto más drenante. En cambio, en las rutas caracterizadas por el calor o el frío intenso, son especialmente importantes las piedras muy resistentes.

Técnica de colocación de las piedras

El balasto crea el suelo para las traviesas de ferrocarril, que son bases rectangulares espaciadas en ángulo recto respecto a las vías. Estas traviesas están recubiertas de hormigón pretensado.

Para colocar las piedras en las vías, primero hay que retirar las piedras viejas con un regulador de balasto. A continuación, las piedras viejas se transportan y cargan en un camión especial para su reciclaje.

Antes de colocar el nuevo balasto, hay que comprobar el estado del subsuelo. Las piedras se esparcen uniformemente hasta una profundidad de 25 cm. A continuación, el nuevo balasto se compacta con una apisonadora. Por último, se lleva a cabo la fase de aporcado.