Las castañas son muy fáciles de conservar, por lo que podemos disponer de ellas en cualquier época del año. Las castañas pueden conservarse frescas o secas. En general, los métodos son los siguientes:
en agua
congelación
secado
¿Cómo se conservan las castañas?
La conservación de las castañas en agua
(secado en agua, ahogamiento o novena) prolonga el consumo del fruto unos 3 meses. Una vez recogidas las castañas, hay que cubrirlas completamente con agua y retirar los frutos que suban a la superficie.
El agua debe cambiarse todos los días, los primeros 4 días sólo se cambia la mitad del agua, del quinto al noveno día debe cambiarse toda el agua.
Transcurridos 9 días, se escurren las castañas y se dejan secar en un lugar fresco y aireado, procurando darles la vuelta a menudo.
Una vez completamente secas, hay que guardarlas en un lugar fresco.
Conservar las castañas congelándolas
Es muy sencillo: hay que limpiarlas bien con un paño húmedo, marcarlas con un cuchillo en la parte redondeada, meterlas en bolsas especiales para congelador y congelarlas.
Si es necesario, descongelarlas y cocerlas. Se conservan unos 12 meses.
Las castañas ya asadas y peladas también pueden conservarse congeladas.
Conservación de las castañas por desecación
Es el método más antiguo, pero también el más largo.
Las castañas se someten a un proceso de deshidratación y se conservan durante unos 12 meses.
Las castañas suelen extenderse en redes y exponerse al sol durante unos 2 meses, teniendo cuidado de sacarlas por la noche para evitar que se humedezcan.
Las castañas secas son un ingrediente especial, por lo que basta con remojarlas en agua tibia.