Si tienes una orquídea seca, existe un viejo remedio reutilizado por los jardineros para devolver la vida a tu planta en un abrir y cerrar de ojos. Sólo necesitas una esponja.
A pesar de los cuidados diarios que les das a tus plantas y flores, pueden estar mostrando signos de deficiencia nutricional, amarilleamiento y sequedad. La orquídea phalaenopsis es una de las plantas más comunes en interiores. Se caracteriza por sus coloridas flores y su inconfundible forma. Suele plantarse en maceta, ya que no tolera temperaturas inferiores a 20 °C.
Las orquídeas requieren mucha atención. El riego no debe ser ni escaso ni excesivo. Riegue su orquídea según la estación y la temperatura. Si se equivoca al regar, las raíces y las hojas pueden pudrirse o secarse. Es entonces cuando debe intervenir lo antes posible para salvar a su orquídea.
Orquídeas: cómo cultivarlas
Originaria de los países tropicales, la orquídea es una de las flores más bellas y elegantes de la naturaleza. Puedes cultivar tu planta en una maceta de plástico o terracota con un molde especial. La maceta debe ser proporcional al tamaño de la planta: ni demasiado pequeña ni demasiado grande.
Las orquídeas necesitan una tierra especial compuesta por trozos de poliestireno, carbón vegetal, corcho, corteza de pino y algunas bolas de arcilla expandida. Cuando la planta esté creciendo, hay que abonarla.
Cada dos años, trasplanta la planta. Es decir, sustituye la maceta vieja por otra más grande. La primavera es el mejor momento para hacerlo, y hay que tener mucho cuidado de no dañar las raíces de la orquídea. Tampoco te excedas con la tierra, simplemente cubre el sistema radicular.
Orquídeas secas: podar las raíces
Si las raíces de la orquídea muestran signos de sequedad, saque la planta de la maceta. A continuación, pode las raíces secas o podridas con unas tijeras esterilizadas. Retire sólo las raíces secas y deje todas las demás intactas.
El consejo de la esponja
Una vez que hayas eliminado la parte seca de las raíces de la orquídea, lo cierto es que la planta no puede sobrevivir sin raíces. Ahí es donde entra en juego el truco de la esponja de cocina. Basta con colocar la esponja en la base de las raíces y sumergirla en un vaso de agua.
Gracias a este truco, la esponja actúa como un hábitat natural y permite que la planta produzca nuevas raíces. Al cabo de dos o tres semanas, trasplanta la planta y espera a que crezca.