¿Por qué evitar la lejía al limpiar el horno? ¿Qué puedo utilizar en su lugar?

El horno es un electrodoméstico que no puede faltar en ninguna cocina. Se utiliza para cocinar una gran variedad de deliciosos platos. Con el tiempo, este aparato puede acumular incrustaciones de residuos quemados y manchas de grasa. Como resultado, la gente se resiste a limpiarlo, ya que es una tarea especialmente agotadora y que requiere mucho tiempo.

Para simplificar esta tediosa limpieza, muchas personas confían en la eficacia de la lejía por sus propiedades higienizantes y quitamanchas. Sin embargo, este producto, nada respetuoso con el medio ambiente, es muy arriesgado cuando se utiliza en hornos.

Por eso hay que optar por otras opciones más naturales, fiables y eficaces. ¿Qué producto puede sustituir a la lejía para limpiar el horno?

¿Por qué la lejía no es un buen producto para limpiar el horno?

Existen multitud de razones por las que la lejía no es adecuada para limpiar tu horno:

Es un producto muy eficaz para limpiar superficies, pero puede ser peligroso cuando entra en contacto con alimentos. Así que evita utilizarlo en las superficies utilizadas para preparar comidas.
La lejía desprende vapores que irritan las vías respiratorias y la piel. Por ello, hay que limpiar bien el horno para que no queden restos de este producto en su interior.
Los hornos son aparatos que no toleran los productos a base de cloro y amoniaco. Si utiliza lejía para limpiarlo, este producto puede dañar las superficies.

¿Cómo limpio mi horno para que siga funcionando el mayor tiempo posible?

Para evitar dañar su horno, ¿por qué no prueba este remedio natural extraordinariamente eficaz para conseguir un horno perfectamente limpio? Este remedio se basa en dos productos comunes: bicarbonato de sodio y vinagre blanco.

Haz una pasta espesa mezclando una taza de bicarbonato de sodio y una taza de agua. Extiende esta mezcla por las paredes interiores del horno. A continuación, calienta un poco de vinagre blanco en un cazo y mételo en el horno calentado a 100 grados durante 45 minutos.

Una vez transcurrido este tiempo, apaga el horno y déjalo enfriar. A continuación, frótalo todo con una esponja húmeda para eliminar los restos de bicarbonato. De una sola pasada, todo quedará limpio. A continuación, aclara generosamente con agua para eliminar la pasta de bicarbonato de la superficie.