

Existe un método para hacer que nuestro oro blanco amarillento vuelva a brillar. Así es como funciona.
En nuestra vida sucede a menudo que recibimos o compramos joyas como regalo, para realzar nuestro look con accesorios valiosos o simplemente por vanidad.
Estas piezas de joyería pueden ser de diferente naturaleza, pero las más populares son las elaboradas en oro. Este metal se encuentra en diversas formas, aunque se encuentra mezclado con otros elementos.
Oro blanco: cómo limpiarlo
El oro puro es amarillo, pero algunas de las joyas a la venta también pueden estar hechas de oro rosa u oro blanco. En cuanto al oro rojo, es 75% oro amarillo, mientras que 20,5% es cobre y 4,5% es plata.
El oro blanco está compuesto en un 75% por oro amarillo y el 25% restante por plata o paladio o en algunos casos por níquel, dentro de los límites legales para su venta.
En todos estos casos, nuestras joyas se someten a un baño de rodio, es decir, un tratamiento que deja la joya brillante y radiante y además sirve para proteger la superficie del propio objeto.
Sin embargo, con el tiempo se decolora y se vuelve más opaco, dando la impresión de amarillear, especialmente en el oro blanco, y te encuentras en la situación de tener que volver a rodiar las joyas.
Para ello hay que llevar el objeto al joyero quien hará que la pieza vuelva a brillar como si acabara de comprarla y esta operación podría resultar bastante costosa.

Sin embargo, existe un método que puede evitar que el oro blanco amarillee, y sólo requiere una pizca de un ingrediente que todos solemos tener en casa y que casi nunca falta.
Estamos hablando de pasta de tomate. Aunque pueda parecer extraño, frotar suavemente un poco de pasta de tomate sobre las joyas hará que las manchas amarillas del oro blanco sean menos amarillas.
Alternativamente, también puedes utilizar detergente neutro. Con unas gotas en agua tibia que no supere los 40°C, dejas el oro blanco en remojo durante unos 15 minutos y luego lo secas.
El producto jabonoso utilizado en ningún caso debe ser detergente. Ya sea en polvo o líquido, este detergente deja una película aceitosa sobre el oro blanco, volviéndolo opaco y resbaladizo.
Algunos consejos
Para esta operación es recomendable hacerse con un cepillo de dientes suave o un paño de gamuza para no rayar nuestro oro como podría pasar con los pañuelos.
Hay que tener cuidado de no dejar que el oro blanco entre en contacto con el vinagre porque, al igual que el alcohol, el vinagre tiene un efecto corrosivo y tiende a empañar el metal.
Hay que decir que existen multitud de productos para la limpieza del oro en el mercado, y muchos de ellos también se pueden encontrar en la joyería, tanto en forma líquida como en forma de toallitas.

Sin embargo hay que tener mucho cuidado porque la mayoría de estos productos no especifican sobre qué oro deben usarse y todas nuestras joyas solo deben limpiarse usando los métodos anteriores si no tienen adornos ni piedras.
Si hay perlas, rubíes, diamantes u otros, podrían dañarse y para limpiar esta joya existen otros métodos dependiendo de la piedra que tenga engastada.
En este caso siempre es mejor acudir al joyero para no dañar nuestro preciado objeto y poder lucirlo durante mucho tiempo en muchas otras ocasiones.