robablemente no pensamos a menudo en ello, pero la pantalla de tela de nuestras lámparas, como cualquier otro objeto u adorno que tengamos en casa, acumula mucho polvo y, con el tiempo, tiende a volverse amarilla. A diferencia de los de plástico, que se pueden limpiar fácilmente con un simple paño y cualquier detergente, este tipo debe tratarse con cuidado y siguiendo unas normas muy específicas.
Las lámparas se encuentran entre los elementos de decoración más elegantes y acogedores de nuestro hogar. Capaces de crear una atmósfera única por la noche cuando están encendidos y de dar color y alegría cuando es de día, tienen sin embargo un problema que a veces se subestima: se llenan de polvo , como cualquier otro objeto u adorno que tenemos.
Si las de plástico o metal son bastante sencillas de limpiar, no ocurre lo mismo cuando están equipadas con una pantalla de tela o tejido. El polvo se deposita sobre ellos y tiende a anidarse entre las fibras . Con el tiempo, esto hará que se pongan amarillos y eso no nos gusta nada.
Lo primero que debemos hacer para limpiar este tipo de pantallas es quitarles el polvo . Para ello podemos soplarlo con un secador de pelo , o retirarlo con ayuda de una brocha o un rodillo adhesivo para ropa.
Una vez eliminado el polvo se procede al lavado propiamente dicho, que se puede realizar con jabones secos específicos . Existen en el mercado sprays especiales que nos darán un resultado excelente.
Sin embargo, existen otros remedios que podemos poner en práctica con lo que ya tenemos en casa. Uno de estos es con vinagre de manzana , que se debe aplicar sobre un algodón y a su vez directamente sobre la mancha. Déjalo actuar al menos dos horas y finalmente limpia la pantalla con un paño limpio y ligeramente húmedo.
Otro es con la estrella de la limpieza del hogar: el bicarbonato de sodio . Creamos una especie de pasta mezclándola con agua y la extendemos sobre la pantalla dejando actuar toda la noche. Al día siguiente, cuando haya secado, retiramos los residuos con un cepillo y limpiamos con un paño limpio y húmedo.