avar nuestra ropa es una actividad muy delicada que hay que realizar de la forma correcta para que no se estropee. Esto se aplica en particular a las personas blancas , que podrían volverse grises y perder su blancura original con el tiempo. Hoy intentaremos entender por qué sucede y qué hacer para evitarlo.
Aunque sean muy delicados, en nuestro armario nunca pueden faltar vestidos, camisas y jerseys blancos. Por no hablar de los manteles y sábanas, que sin duda dan más elegancia y sensación de limpieza a todo el salón.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, las prendas blancas tienden a volverse grises y, cuando esto sucede, la mayoría de las veces significa que algo estamos haciendo mal en el lavado . Puede ser, por ejemplo, que el agua sea demasiado dura y por tanto los minerales que contiene dejen una especie de pátina que a nuestros ojos parece más oscura.
Los detergentes también pueden ser los culpables . Si utilizamos demasiado, uno equivocado o uno que no es de buena calidad, puede ocurrir que queden residuos en las telas y que éstas, por tanto, luzcan menos blancas de lo que recordamos. El detergente debe elegirse con cuidado y sobre todo debe ser específico para ropa blanca, que tenga un poder blanqueante adecuado .
La temperatura también es importante. Si el agua está demasiado fría no permitirá que la suciedad se disuelva correctamente. Sin embargo, si es demasiado alto, se corre el riesgo de arruinar los tejidos y alterar los colores. Lo ideal es lavar las prendas blancas de algodón a una temperatura de entre 40 y 60 grados .
Si alguna vez fuera necesario, pero esperamos sinceramente que no, conviene especificar que la ropa blanca nunca debe lavarse junto con ropa oscura o de color en la lavadora . Es inevitable que, aunque sea mínimamente, las fibras se desprendan y se depositen en la parte blanca.
Para evitar que la ropa, ya sea blanca u oscura, salga perfectamente limpia, es importante no sobrecargar la lavadora . Para quizás ahorrar un lavado nos gustaría añadir esa camisa o mantel extra, pero llenar demasiado el cesto no permitirá que el electrodoméstico realice los programas correctamente. Además, el detergente, aditivo y suavizante no llegarán correctamente a todas las fibras de los tejidos y el resultado nunca será óptimo.