Fruto emblemático de la estación otoñal, las castañas son famosas por su sabor único y sus excepcionales propiedades nutritivas.
Las castañas pueden comerse asadas o hervidas, o utilizarse como ingredientes gourmet en una gran variedad de platos dulces y salados.
Pero, ¿cómo elegir bien las castañas que se venden en los supermercados? Eche un vistazo a estos consejos útiles para conseguir siempre castañas frescas y sabrosas.
Compruebe el aspecto de las castañas
Para elegir bien las castañas, hay que fijarse en su aspecto. A primera vista, las castañas deben ser firmes, gordas y sin agujeros.
En cuanto a la piel, debe ser perfectamente lisa, brillante y de color marrón. Si ves castañas con la piel opaca, arrugada o manchada, no son de buena calidad.
Haz la prueba del tacto
Para comprobar la frescura de tus castañas, tienes que hacer la prueba del tacto. Para ello, presiona la cáscara con los dedos. Si la cáscara se rompe o la piel se arruga mucho, significa que las castañas ya no están frescas.
Si notas que la piel y la pulpa están a cierta distancia, es señal inequívoca de que la castaña está completamente seca.
Haga una prueba de sonido
Para saber si tienes las castañas adecuadas, haz una prueba de sonido. Para ello, agita la castaña cerca del oído.
Si emite un sonido sordo, se trata de una castaña compacta y llena. Si emite un sonido vacío o metálico, la castaña no es buena porque está dañada.
Elija castañas de temporada de su región
Muy abundantes en los puestos del mercado de septiembre a diciembre, las castañas son un producto de la estación otoñal. Así que si busca castañas deliciosas y nutritivas, compre castañas de temporada de su región. Este tipo de producto apuesta por la frescura y no está tratado químicamente.
Al optar por comprar castañas de origen local, reduces los costes de transporte y tu compra es más respetuosa con el planeta.
Conservar las castañas en buenas condiciones
Una vez que las castañas están en la bolsa de la compra, hay que conservarlas adecuadamente para preservar su calidad nutritiva. Para ello, guárdalas en un lugar fresco, seco y oscuro, como el sótano.
También puedes meterlas en el congelador después de pelarlas y cocinarlas.