Cuántas veces te ha pasado, cuando estás a punto de meterte en la ducha, notar que la presión con la que sale el agua no es tan potente como esperábamos.
Este es un problema que puede ocurrir con más frecuencia de lo que crees, especialmente cuando se trata de tuberías viejas, ya que es más fácil que se creen obstrucciones que bloqueen el paso del agua, haciéndola más liviana.
Por eso siempre es útil prestar atención a la presión del agua, para saber si se trata de un problema temporal y fácilmente solucionable o si se esconde detrás de algún otro problema.
Un pequeño truco a utilizar en estos casos es revisar el rociador de la ducha, ya que es posible que los pequeños orificios por donde sale el agua estén bloqueados, provocando así que se escape menos agua.
En estos casos es recomendable utilizar un cepillo de dientes para fregar todo, para que las cerdas liberen los agujeros.
Otro problema puede venir del flexo de la ducha, ya que puede haber fugas que pueden provocar baja presión del agua; Precisamente por eso siempre es recomendable comprobar periódicamente su estado.
Cada pequeño accesorio presente en la ducha por el que sale agua debe ser revisado periódicamente ya que, debido a la dureza del agua, se genera cal que con el tiempo provoca obstrucciones en las tuberías y otros componentes.
Además, especialmente en casas antiguas, es de gran ayuda revisar periódicamente las tuberías para controlar las obstrucciones y su estado de desgaste.
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Cuando decidas tener que cambiarlos, un buen remedio sería elegir tuberías de mayor diámetro, para que las obstrucciones sean más difíciles y por tanto la presión sea siempre óptima.