Cuando se empieza a cultivar un huerto, remover la tierra es uno de los pasos esenciales. Su finalidad es descompactar la tierra para que los nutrientes que se le añadan puedan mezclarse.
Sin embargo, los jardineros ya no voltean la tierra, sino que la aflojan sin dañar su estructura.
Entonces, ¿cómo airear el suelo sin tener que voltearlo? La permacultura ofrece algunos métodos válidos y totalmente respetuosos con el medio ambiente y el ecosistema.
Airear la tierra del jardín: una etapa esencial
Si airea el suelo de su jardín con regularidad, podrá evitar muchos daños. En efecto, la mayor parte de los trabajos de jardinería tienen por objeto luchar contra ciertos problemas que pueden dañar sus plantas a corto y largo plazo.
Voltear la tierra no es una técnica adecuada porque puede alterar totalmente las diferentes capas de la tierra, cada una de las cuales tiene su propio papel que desempeñar en el equilibrio del ecosistema.
De hecho, en cada una de estas capas específicas, los microorganismos desempeñan su papel ayudando a los cultivos a crecer y florecer.
Si se revuelve el suelo, este equilibrio se altera y el funcionamiento de cada capa queda devastado, lo que provoca una alteración total de los cultivos.
¿Cómo se descomprime el suelo?
Si el suelo está demasiado compacto, hay que intentar airearlo para mejorar su estado sin perjudicar la actividad de los microorganismos. Lo ideal es hacerlo durante el otoño, evitando las lluvias y las heladas.
Para ello, necesitarás una grelinette, que es una herramienta muy eficaz para aflojar la tierra. En invierno, los grandes terrones producidos por la grelinette se descomprimirán de forma natural.
¿Cómo airear un suelo pesado que carece de drenaje?
Si tiene un suelo pesado, puede utilizar la técnica de la permacultura, que consiste en hacer montículos de cultivo para mejorar la fertilidad y el drenaje.
Este método es muy ventajoso porque crea un suelo fértil con una base de materia orgánica y otras capas complementarias.
Funciona así
- Utiliza una pala para cortar trozos de tierra sin romperlos ni escardarlos.
- A continuación, excava la tierra hasta una profundidad de unos 30 cm.
- Rellene el hoyo con compost y residuos vegetales diversos.
- Coloca encima los trozos de tierra recortados boca abajo.
- Como capa final, esparce un poco de tierra para macetas.
- Cubre la zanja con paja u hojas muertas. En resumen, cualquier cosa que pueda servir de mantillo orgánico.