
El lavavajillas es un electrodoméstico común que encontramos en las cocinas modernas, pero circulan muchos conceptos erróneos sobre su uso y funcionalidad. Entender qué es verdadero y qué es falso no sólo puede mejorar la eficiencia del electrodoméstico, sino también contribuir a una gestión más responsable de los recursos energéticos y del cuidado de la vajilla.
El uso consciente del lavavajillas es fundamental para optimizar su rendimiento y garantizar una limpieza profunda de la vajilla. Analicemos cinco mitos comunes para aclarar cómo aprovechar al máximo este útil electrodoméstico en tu rutina diaria.

Cinco mitos sobre el lavavajillas que debes desmentir
El primer mito que debemos abordar es que lavar los platos a mano siempre es más efectivo que utilizar el lavavajillas. Esta creencia no tiene fundamento. De hecho, los lavavajillas funcionan a temperaturas elevadas, que pueden variar de 50 a 65 °C durante el ciclo de lavado y llegar hasta los 70 °C para el aclarado. Estas temperaturas garantizan una desinfección más efectiva que el lavado de manos, donde es difícil alcanzar tales niveles de calor. Por lo tanto, los lavavajillas no solo limpian en profundidad, sino que también ofrecen un nivel de higienización difícil de conseguir manualmente.
Otro error muy común es la idea de que es necesario enjuagar los platos antes de colocarlos en el electrodoméstico. De hecho, los detergentes modernos están diseñados para funcionar en presencia de suciedad. Por lo tanto, enjuagar los platos antes de cargarlos puede reducir la eficacia de las enzimas de los detergentes. Si necesita eliminar residuos de comida, se recomienda utilizar una esponja húmeda o toallas de papel, en lugar de enjuagar con agua.
Además, existe la falsa creencia de que cualquier tipo de plato se puede meter en el lavavajillas sin problemas. Materiales como la madera, el aluminio y los objetos con decoraciones delicadas pueden dañarse con las altas temperaturas y los detergentes agresivos. Es importante informarse sobre materiales aptos para lavavajillas para evitar accidentes y daños en la vajilla.

Otra verdad a tener en cuenta es la importancia de colocar correctamente la vajilla dentro del aparato. Una carga correcta no sólo garantiza una limpieza óptima, sino que también evita daños tanto en la vajilla como en el propio lavavajillas. Por ejemplo, los vasos deben colocarse en el estante superior con la apertura hacia abajo, los platos deben colocarse en el compartimento destinado a tal fin y los cubiertos deben disponerse en las cestas sin obstruir los chorros de agua. Estas sencillas reglas mejoran la eficacia del lavado.
Por último, es bueno saber que es posible reducir el consumo durante el ciclo de secado . Abrir la puerta del lavavajillas al final del ciclo permite aprovechar el calor residual para secar la vajilla, lo que supone un importante ahorro energético. Algunos modelos avanzados utilizan tecnologías innovadoras como la zeolita, que ofrece un secado efectivo sin necesidad de electricidad, representando así una excelente solución para quienes desean optimizar el consumo.